20 de septiembre de 2016

TIEMPO, POLÍTICA Y CAMBIO

Estos tres factores constituyen la ruta por la que transitaremos los Venezolanos los meses por venir. En estricto orden. No habrá cambio sin política, y sin política no habrá cambio. El tiempo no llevara tampoco al cambio, sino pasa por la política.  No es nuevo y siempre es chocante, pero los tiempos de la política no son siempre lo de los países, como tampoco los de la economía son los de los ciudadanos. 


Tiempo. Sin populismo de ningún tipo, porque el populismo no es solo ofrecer lo que no se puede dar, sino exigir lo que no se puede cumplir. La ciudadanía también puede ser populista. La oposición Venezolana corre una suerte de “cubanización” inducida o genuinamente condicionada por las circunstancias. Las calamidades a todos nos sensibilizan, pero los cambios pasionales llevan a resultados pasionales. El error estuvo en la consigna “Cambio ya”. Al país no se le habló claro, y aún se le sigue diciendo que el plan A y el plan Z es el referéndum éste año. Quizás escribo erróneamente a destiempo, pero tengo meses compartiendo la idea que lo mejor hubiese un proceso de cambio gradual de abajo hacia arriba. Pero los gobernadores no quisieron entregarse por el Presidente. 


Política. Nadie quiere gobernar un supuesto cambio con un país en ruinas, como nadie tampoco quiere quedarse sin las condiciones subjetivas de hacerlo luego. El país sin importar sus resultados, ya cambió. El poder en Venezuela a pesar de su herencia histórica castrense, su poder social, es difuso y su poder representativo es múltiple, vamos a un sistema multipartidista. El péndulo político se mueve hacia la centro izquierda, por lo que la adherencia a los derechos que ahora se han socializados probablemente se sigan reconociendo con la salvedad de un reconocimiento y necesidad de un sector privado con mayor participación. 



Cambio. El cambio no es volver al pasado. El cambio no es volver a la Constitución de 1961. El cambio es hacer cumplir la constitución de 1999. Yo creo que en esta afirmación provocadora es donde está la disputa verdadera de la dirección próxima del país. Allí se concentra el debate entre aspirantes, reacios y molestos. Si aquí no hay encuentro, porque evidentemente hay un velo histórico en el pacto social de 1999, y hay una sobrerepresentación política en los partidos en la de 1961, entonces la salida no es otra que un proceso Constituyente. 

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