Para Donald Trump la masacre acontecida en París responde a la acogida Francesa de refugiados Sirios y a la política restrictiva de posesión de armas. Para el personaje NorteAmericano “Si los nuestros tuviesen armas la situación hubiese sido diferente. Nadie tiene armas excepto los malos ” afirmó en Texas.
Me refiero a Trump porque aunque en apariencia pueda parecer una opinión jocosa, pero muy seria para él y para muchos, revela en parte la visión occidental del problema.
Giovanni Sartori, que dista mucho de la jocosidad de Trump, hace poco refiriéndose a su último libro titulado “La carrera hacia ninguna parte. Diez lecciones sobre nuestra sociedad en peligro” aseveraba que estamos viviendo una guerra de religión y que las guerras de religión se les responde con guerra y no con asambleas. Pero esta Guerra, a la que el Papa Francisco no dudó en llamar como la tercera del mundo, es para Sartori terrorista, global, tecnológica y religiosa.
Uno puede creer que luego del ataque al avión ruso, el atentado en Beirut que paso debajo de la mesa en la prensa internacional y lo acontecido en París, es inevitable la estigmatización de los musulmanes y considerar al Islam como una amenaza al mundo “civilizado”.
¿Pero hacia donde va el Islam en el mundo? Para Pew, una consultora con sede en Washington, el Islam es la religión de más rápido crecimiento en el mundo. Para el 2050 serán 2.760 millones de musulmanes y representarán un tercio de la humanidad. La proyección va más allá. Si para el 2050 el Cristianismo y el Islam presumirán de tener el mismo número de fieles, para el 2100 el Islam podrá superar a la feligresía Cristiana. Las mujeres musulmanas tiene en promedio tres hijos, el número más alto de cualquier grupo religioso, esta es una de las variables que explica la proyección religiosa de Pew.
El estudio señala que para el 2050 el 10% de la población Europea será musulmana y que en Estados Unidos los musulmanes superarán a los judíos como la religión no Cristiana más numerosa.
Para Trump y Sartori, y creo para todas y todos, lo oportuno aún es entender hasta más no poder al otro. Apostar a la coexistencia pacífica no es un acto romántico. Lamentablemente la democracia no es una caja exportable. Los franceses, en plena tragedia dieron una lección de humanidad, abrieron sus puertas, porte ouverte.

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