15 de agosto de 2014

LA CRISIS DEL TIEMPO

No sé si es un acto de astucia superior como modus vivendi o efectivamente un ejemplo de una sociedad profundamente en carencias. Cuando un ciudadano trafica, vende su tiempo, lo único efectivamente que como humanos somos dueños de administrar, pero que también es temporal y finito, al menos en lo terrenal, en favor de algo, de alguien, de un trámite, de un alimento, de un permiso, nos debe preocupar a todos, sobre todo a quienes gobiernan.

Además el tiempo lo estrecha la “movilidad” que cada vez es más carente y precaria en el día a día de nuestros ciudadanos, y lo más grave es que afecta a los más humildes. Son ellos principalmente quienes colocan ese invalorable bien a favor de su vida y porvenir, y bueno, en todo caso es entendible, es lo único que tienen a veces. Un país productivo, ese anhelo a gritos de una economía pos-petrolera, es uno donde sus habitantes colocan el tiempo en función de acciones que hagan al país más próspero. Si a los ciudadanos se les va el tiempo yendo a sus casas, haciendo las compras del hogar, obteniendo algún trámite burocrático, la aspiración de un país productivo es más que una utopía. La crisis del tiempo aleja la productividad, los sueños, las concreciones reales.

La vida, la de un país y la de un ciudadano cualquiera realmente la vive cuando al tiempo y a los tiempos se les anticipa. Una sociedad de futuro es una que se le adelanta a él. Eso que distinguimos con el símbolo de modernidad o desarrollo tiene el signo pronunciado diferencial de que está concebida y funciona en el propósito de hacer que el tiempo pueda ser más a pesar de que sea el mismo para todos.

Ante la presencia de problemas urgentes, pareciera que hablar del tiempo es algo lejano, filosófico, impropio del mismo tiempo, pero no. Está asociado inextricablemente con la productividad de un país y con la concreción de los sueños de sus ciudadanos. Debemos gobernar el tiempo, como país y como personas. De hecho, estoy convencido de que no superaremos este tiempo de crisis, si no superamos la crisis del tiempo por la que transitamos. La fórmula, aquella máxima del general Perón, solo la organización vence al tiempo.

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