20 de noviembre de 2014

LA CONTRADEMOCRACIA

Pierre Rosanvallon escribió hace siete años un libro que se titula La contrademocracia, la política en la era de la desconfianza. El autor indaga a través de la historia y de la política los elementos que la democracia ha edificado en su proceso de desarrollo y consolidación que han sido dejados al margen de la reflexión por políticos y académicos y han degenerado en falencias profundas que ponen en vilo la democracia misma. La democracia, en esta perspectiva, termina siendo la peor enemiga de ella misma, y es que democracia por democracia no siempre es mejor democracia, puede ser más democracia, pero no mejor democracia. Aquel adagio de la economía que más es mejor, para la política, para la democracia, no necesariamente aplica.

Partiendo de una distinción que halla Montesquieu en el espíritu de las leyes: “Llamo facultad de estatuir al derecho de ordenar por sí mismo o de corregir lo que otro ha ordenado. Llamo facultad de impedir al derecho de anular una resolución tomada por otro”. Rosanvallon argumenta cómo ha habido una transformación negativa en la política contemporánea que obra a favor de lo que él denomina contrademocracia. Las acciones de obstrucción configuran un profundo, gigantesco y universal mundo contrademocrático que proviene de la misma obviedad, de esta zona gris, de este espacio de olvido y de desconsideración en la esfera de la democracia por políticos e intelectuales.

En el tránsito de la zona gris de la democracia, Rosanvallon nos recuerda que la justificación jurídica y moral del derecho a la resistencia para cuestionar la legitimidad de un poder fue formulada en un tiempo en el que la noción del derecho al voto aún no tenía ningún sentido. ¿Uno se pregunta si el derecho a la resistencia, como algunos lo conciben en la Venezuela de ahora, es un precepto prepolítico, anacrónico y negador de la historia? Con el voto, ese derecho a la resistencia pasó a una especie de “reserva de desconfianza”, que deben disponer los ciudadanos cuando se oponen al poder que ellos mismos consagraron. La obviedad de esta diferencia, fundada en aquella diferenciación de Montesquieu, es una de las razones que configura la política negativa en la contemporaneidad. En la perspectiva de Rosanvallon, hablar de resistencia es contrademocrático.

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